Soy
soberbia, ya que todo lo que hago es perfecto.
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Bueno,
está bien, soy soberbia, pero intento evitarlo.
Suelo esforzarme, y
aceptar que estoy en un error, pero salgo volando a verificarlo.
Y si llego a saber
y/o leer y/o enterarme y/o comprobar y/o sospechar y/o lo que sea, que
no estaba equivocada, entonces.....
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Soy
racional, con abuso, hasta el punto de parecer un témpano. Pero si
aparece un "hombre"... ¡ay!... mi cerebro se ubica en otra
zona de mi cuerpo.
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Bueno,
está bien, soy racional. Pero creo que no debo pedir disculpas por
eso; solamente por no lograr hacerme comprender por los demás. Trato
de facilitarlo usando un poco de humor y gentileza.
Por otro lado,
cuando se ejerce la docencia es necesario aportar una gran cuota de
ternura, paciencia y continencia, para que lo que se transmita al
educando no sea letra fría, sino, y fundamentalmente, actitudes para
consigo mismo y para con los demás. |
Soy
vengativa. Me tomo revancha cuando abusan de mi nobleza.
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Bueno,
está bien, soy vengativa, no puedo evitarlo.
Tomo revancha en
forma insidiosa y machacante, sobre todo si he sido víctima de un
desprecio o una humillación en público. (esa soberbia...)
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Soy
irascible, aunque con los años se me va pasando.
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Bueno,
está bien, soy irascible, y hago bastante para evitarlo. Cuando
alguna persona me somete a una injusticia, o me coloca en una
situación donde resulta que (aparentemente) soy la culpable, me brota
la furia.
A veces hasta las
lágrimas.
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Soy
curiosa. El saber ocupa la mitad de mi tiempo libre. Quiero saber
todo, pero sobre todo, saber hacer.
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Bueno,
está bien, soy curiosa, pero (creo) no ser metida.
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Soy
optimista.
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Bueno,
está muy bien, soy optimista: en la mayor parte de los sucesos de mi
vida hago rescate de lo que he ganado. Y
creo firmemente que todavía se puede estar mejor.
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Soy
confiada.
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Bueno,
está muy bien, soy confiada.
Le he prestado
dinero a gente que lo necesitaba. Algunos
devolvieron y me ratificaron la validez de la confianza depositada;
los que no....
nunca
más.
Respecto de las
intenciones de otras personas, no puedo evitar recordar las
afirmaciones de mi abuela Cándida: que cuando la limosna es grande
hasta el más santo desconfía, que todos reman para adentro, que
quien te da es porque antes te ha quitado...
y
bueno... está bien, me cuesta
confiar en las intenciones de otras personas
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Soy
graciosa, a veces desmedidamente.
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Bueno,
está muy bien, soy graciosa, tal vez un poco payasa, pero compensa
los ratos de seriedad excesiva y permite pedir disculpas por los de
furia.
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Soy
conversadora.
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Bueno,
está bien, soy conversadora. Vivo sola y el tiempo que paso dando
clases no me alcanza para gastar todas las ganas que tengo de
comunicarme y muchas veces me pongo pesada.
Los que tienen
suficiente confianza me lo dicen, y me detengo (un poco nada más),
pero los escuchadores cautivos... ¡HA!... no se salvan
cuando converso, me converso todo (agradezco a todos los taxistas).
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Soy
contrera.
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Bueno,
está bien, soy contrera. Siempre le estoy buscando la quinta pata al
gato. Y si se la hallo, busco la sexta. Parece que siempre encuentro
algo sobre lo cual disentir, algo que objetar... Quiero
justificar este defecto diciendo que yo no me conformo fácilmente,
que nada está bien hecho de primera intención y que es necesario
esforzarse para mejorarlo, que lo que es standard no me satisface, que
cualquier concepto está en revisión...
y
no hago más que buscar excusas para no cambiar.
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